La ciudad es literalmente el infierno: el caos vehicular, la cultura combi, los delincuentes, la criollada de mala entraña, los enfermos sexuales, la cotidaneidad del acoso callejero: niñas, niños, adolescentes, mujeres son vulnerables a una grandísima población de personas que proceden mal, desde el chofer imprudente hasta el enfermo sexual.

Si nuestra sociedad autodestructiva insiste en perseverar en los males de siempre, éstas crearían una bola de nieve insaciable e incontrolable en un futuro (si ya no lo es): cuidar de nuestros seres queridos es una tarea titánica en estos tiempos de difíciles condiciones, en esa línea las autoridades deberían invertir aún más en sectores donde realmente tenemos tremendas falencias como la educación y la seguridad.

El caso de Magaly Solier, el asqueroso acoso sexual en el Metropolitano, suscita profunda indignación dada la subrepticia impunidad de los enfermos sexuales y dada “la vista gorda” del prójimo cuya idea es: “esta cosa no es conmigo” en realidad sí es con nosotros porque nos desacredita como ciudadanos y cada quien debería seguir defendiendo la devaluada ética ciudadana.

Es cierto que existen personas de distorsionada mentalidad, debido a las drogas o debido a una patología física o social: como conjunto nuestra sociedad se tornó de hace tiempo invivible, hagamos pataletas positivas para que esta realidad no empeore, pero las ideas ¿cómo se podrían concretizar en esta compleja problemática?

Una simple mirada cejijunta y firme podría ser nuestra arma para algunas de las faltas; aprovechando la tecnología los celulares con cámara podría disuadir con sus flashes y fintosos sonidos fotográficos o registrando el hecho; el increpar frontalmente, el intervenir físicamente sería lo ideal; afortunado el encontrar a un policía o un sereno merodear cerca. Para ser francos, mayormente solo nos queda  la justicia por nuestras propias manos, en este contexto: encontrar en el conciudadano un escarmiento desahuevador para el agresor es una grandísima cualidad que deberíamos empezar a cultivar.